Siete pecados capitales y un té, con hielo, por favor.

Pereza, le faltan las ganas, el despertador cancelado, ¿las obligaciones?: mañana. Envidia, celos de tenerte, de tenerlo, de saberlo, de que no lo sepas tú. Avaricia comerse el mundo, triunfar. La ira, el enfado desmedido, por perder, aunque sea la razón.

En cualquier conversación descontrolada, la soberbia o la lujuria, depende de la hora y el lugar. En las noches de borrachera y mañanas de resaca, la gula, querer un poco más.

Y hay días que “antes de desayunar”, comete los siete pecados capitales, y después, valiente atrevimiento, no piensa en confesar.

Alicia y el té

Locos, moribundos por deseo, pecadores, humanos modernos, de siempre. El que esté libre “que tire la primera piedra” y el que se arrepienta que recoja las de los demás.

A los dos días que se viven los llena el vicio y los vacía la negación.

A mi me gustan mil cosas y algún pecado. Las comidas sin final, el olor a galletas, el pan con aceite, la mermelada. Las dietas que mueren los lunes al medio día. las copas a destiempo, la penúltima. Las charlas entre amigos, los enemigos infiltrados. Las aventuras imposibles, los bailes bien pegados. Las incertidumbres, el riesgo sobre seguro, las dudas, las derrotas asumidas.

Me gustan las noches de verano y las mañanas de invierno. El té, con hielo, por favor. Las bienvenidas, los reencuentros, los recuerdos que sobreviven al tiempo. La música con letra, las lagrimas sin sentido, las historias inventadas. Los besos, las miradas. Los domingos de primavera. Los días sin horas. La madrugada.

Faro galicia

Me gustan los principios no esperados , los de menos, los finales prolongados. Los viajes de regreso. Los aviones, las cosquillas. Esta vida de ida y vuelta, sin vuelta, mal vivida. Los altos, los bajos, las caídas, los rumores sin sonido. Los amantes, el amor, el sexo. Los errores, los miedos y sobre todo, las personas de carne y hueso…

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Para el tiempo y cuéntame